La realidad que vivimos se ha vuelto tan obscena que la crítica se hace demasiado fácil y amenaza inutilidad. Lo que resulta más complicado es formular lo que queremos (y no digamos ya construirlo en la práctica). Afirmar otra idea de la vida colectiva, sin la cual sólo podemos dar vueltas (más o menos cabreados) en el círculo de lo existente.